Sobriedad Cosmética

Sobriedad Cosmética

Sobriedad es centrarse en lo esencial, es austeridad, es sencillez, es rechazar los excesos superfluos. Sobriedad es elegancia, es conocer tus necesidades y es, por supuesto,  naturalidad.

La sobriedad cosmética es exactamente lo mismo, pero centrándonos en los productos esenciales para cuidar la piel. ¿Para qué tener un armario lleno de productos cuyos ingredientes se repiten y superponen unos a otros? ¿Para qué gastarse un dineral en infinidad de frascos cuyas utilidades se repiten? Si nos paramos a reflexionar, solo una docena de productos son los estrictamente necesarios para lograr una limpieza y cuidado impecable de la piel y del cabello.

¿Cómo podemos conseguirlo? De la misma forma que la elegancia en el vestir requiere que sepamos cuál es nuestro estilo y, lo qué nos queda bien y lo qué no; la sobriedad cosmética requiere un pequeño esfuerzo por nuestra parte, un esfuerzo que a largo plazo nos proporcionará infinitas gratificaciones.

El primer requisito indispensable es conocer nuestra piel. Si no conocemos nuestra  piel nunca sabremos lo que ella necesita.

Un segundo paso es escoger una marca de cosmética natural de altísima calidad que nos ayude en nuestro propósito. ¿Por qué natural? Porque solo aquello que proviene de la naturaleza contiene la inteligencia de la vida y permite nutrir la vida. ¿Por qué de alta calidad? Porque sin ingredientes saludables y de calidad nunca podremos obtener una piel sana y luminosa.

El tercer requisito es el paso más enriquecedor y creativo de la austeridad cosmética, es poner en marcha nuestro propio laboratorio y sacarle el máximo partido a nuestro neceser de belleza; para ello es necesario conocer las funciones de cada producto escogido y sus ingredientes. Jugar a las parejas con nuestros productos, para potenciar las virtudes de unos y de otros, nos permitirá crear “manjares” para nuestra piel; de la misma forma que un buen cocinero lo consigue con ingredientes de alta calidad y su propio conocimiento. Se trata de saber despertar la sabiduría de la “cocinera”, de saber intuir lo que ocurre en su interior, y saber reconocer el alma de cada producto. Y así, solo con unos doce productos puedes obtener más de veinte productos distintos, con utilidades distintas y fórmulas potenciadas.

Centrémonos en lo importante y eliminemos los excesos. Es cierto, la austeridad cosmética requiere cierta disciplina por nuestra parte, pero tampoco olvidemos que para toda disciplina existe una recompensa múltiple.

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